“Mi gran esperanza ahora es que con estas pequeñas cámaras de vídeo de 8mm la gente que normalmente no haría una película podrá hacerlas. Y, de repente, algún día una niña gorda de Ohio será la nueva Mozart y hará una película preciosa con la pequeña grabadora de su padre. Y, por fin, se destruirá para siempre el llamado profesionalismo del cine y se convertirá en una forma de arte.”
Declaraciones
del bueno de Francis Ford en “Hearts
of Darkness”,
el
documental sobre el rodaje de “Apocalypse Now”
Y 35 años después los
niños gordos de cualquier parte del mundo podemos hacer arte o
podemos hacer basurillas. Además podemos tener la desfachatez de
venderlas en todo el mundo, porque si el sr. Coppola puede vivir del
aire, al resto nos cuesta mucho.
Para los de mi generación,
que vimos estrenarse en el cine el Episodio IV sin darnos cuenta de
que era el cuarto y pensando con lógica del siglo XX que de ser
alguno sería el primero, poder hacer películas por nuestra cuenta
sin tener que esperar el milagro de que a algún productor se le
ocurra empezar el tedioso peregrinaje de la mendicidad por
televisiones y organismos oficiales con el guión de lo que podría
llegar a ser tu próxima película o algo parecido en su mano, ya es
posible. Sí, me temo que acabas de tragarte una frase de cuatro
líneas. Lo siento. No volverá a pasar.
¿Se puede hacer
pasando del “sistema”? Sí. Sin duda. Los tiempos siguen
cambiando. Y mira que también llevan, según Dylan, cambiando desde
el 64... anda que no van lento los puñeteros tiempos.
Internet. Revolución
digital. Chorradas ya todo eso. Estamos en ello. Que sí, que es como
hablar ahora mismo de la calidad del papel o de la tinta de
impresora. Dejemos de divagar en el medio y centrémonos en el
asunto, que está claro: Ya es posible, desde hace unos poquitos
años, producir algo más o menos digno sin hipotecar la casa de la
abuela. Y ya es posible, desde hace más tiempo, conseguir venderlo
por tu cuenta.
¿A la porra las
distribuidoras y las salas de cine? No. Tranquilos, señores, que no
les vamos a desmontar el chiringuito aún. Pero... vamos a ver...
¿Por qué se sigue pensando que una película es algo para poner en
un cine así muy grande y con mucha gente? ¿Es un disco menos disco
si sólo se oye en un ipod y nunca en un buen amplificador? ¿Es
menos interesante un grupo que toca en bares que uno que llena
estadios? ¿Y es peor algo porque no se venda en el Corte Inglés o
en la Fnac? No se qué le parece a la gente que el distribuidor de tu
disco o dvd se quede con el 60% del precio. A mí, directamente me
parece una forma estupenda de ganarse la vida... por su parte. A los
agricultores les hacen jugadas aún peores.
¿No os habéis
dado cuenta ya todos desde hace como 10 años por lo menos de que los
grupos de todo el mundo pueden grabar sus discos en su casa y
venderlos por correo? Pues lo mismo se puede hacer con las
peliculillas. ¿Hay que hacer así todas? No, tampoco es eso... Pero
cuando uno quiere hacerse una peli se busca la forma de hacerla como
pueda. Y ya, si es un poco listo se inventa primero una historia que
pueda realmente hacer con un puñado de amigos y unos euros para no
morir en el intento. Esto ya estaba inventado, pero ahora todavía se
puede hacer con menos pasta.
Hablamos de pasta “real”,
claro... porque, y repito lo del principio, vivir del aire es algo
todavía más imposible que hacer películas. Así que cuando
se habla de rodar “sin dinero” siempre se está hablando de “sin
cobrar”... o sea... que, de alguna forma más o menos seria o
concretada por papeles, se adelanta un trabajo a cuenta de un dinero
que se sueña con que llegue algún día. Como quien planta tomates y
espera que no se le estropeen antes de poder venderlos, vamos. No, no
trabaja gratis... sólo que no cobra hasta que no hay beneficio. Ni
subvenciones previas, ni crowdfunding ni leches. A la antigua,
capitalismo clásico.
¿Cuántas veces habéis oído o leído
aquello de “Sí... yo es que tengo una historia muy guay en mi
cabeza... pero claro... es complicada y necesitaría mucho dinero
para hacerla bien... ays... y rodaría en cine, que me la pone
tiesa... nada de digital y eso, que es de pobres...”?
¿Qué
le pasa a la gente? ¿Sólo tienen sueños en Panavision? ¿Sólo
ligan con modelos de lencería cara? Igual es, en el fondo, una
suerte tener como paradigma de productor a Roger Corman y no a su
hijo el raro, el tal James Cameron.
Me enrollo de nuevo. Vale.
Así que, cuando decidí que ya era hora de atentar con una nueva
película me junté con el tarado de Javier Sánchez Donate, le
pedimos dinero prestado a su santa hermana y liamos a un puñado de
alegres gentes del cine español para hacer una película por nuestra
cuenta... que ya veríamos de dónde recuperar la inversión
después.
EL ÚLTIMO FIN DE SEMANA se hizo currando en serio y
con todas las ganas de hacer algo de lo que íbamos a estar
orgullosos. Rodando dos semanas con un equipo técnico de 5 personas
y la media docena de actores que veréis cuando la compréis por el
módico precio de 10 euros. Una película de miedo a la antigüa
usanza, con toques rarunos varios, rollito setentero, musicón del
sueco Nicklas Barker (Anekdoten, Morte Macabre) y... lo más
importante: un grupo estupendo de actrices y algún actor: Nacho
Rubio, Silma López, Marián Aguilera, Javier Albalá, Jorge Anegón,
Irene Rubio y Alba Messa... Así, puestos por el orden que ha salido
en los dados.
Aquí abajo el trailer, un
par de trocitos, el videoclip hermoso rodado con un iphone en
Estocolmo y editado en mi zulo de Madrid... Y ya sabéis, rellenáis
los datos, rascáis la visa y os llega regalito a casa.
Todo desde
aquí: www.elultimofindesemana.com
No os dolerá poder poneros
la medallita de haber colaborado con vuestros eurines a que una
pandilla de locos saque adelante una película de lo más peculiar
sin subvenciones, sin televisiones y, sobre todo, sin traumas ni
vergüenzas. Y esto no es crowdfunding, que la película está ya
terminadita y el dvd todo mono con sus extras y tal.
Ahora... ¿quién hace la
siguiente? A mí dejadme que me reponga aún un rato de ésta... por
favor. Esta niña gorda de Ohio igual no conquista el mundo, pero no
será porque no lo intente. Aunque, como decía Yoda: “Hazlo o no
lo hagas, pero jamás lo intentes”.
Vale. ¡Voy!